martes, 26 de abril de 2011

Pale ravine


Deaf Center
Pale Ravine

Pale ravine, apareció en el momento en el que algo muy grande se estaba gestando. El sello Type, comandado por el eclesiástico Xela, estaba girando hacia una serie de artistas con fuerte formación de conservatorio y con grabaciones orquestadas estaba formando una oleada de discos que pronto se ganaron la etiqueta de neo-clásicos. Pero, Deaf Center era algo más que todo eso. Porque, detrás de ese nombre, se escondían dos hombrecillos los cuales-sobre todo uno-han dado mucho que hablar en los últimos años. Sin desmecer al otro 50% del dúo, estoy hablando de Erik Knife Skovdin, conocido como Svarte Greiner y comandante primero del respetadísimo sello Miashmah dónde ha forjado un oscuro, prolífico y perdurable ejército de compositores-y utilizo compositor, porque quiero otorgar un grado superior-tales como Jacaszec, Jasper TX, Elegi, Simon Scott y varios más, que bien han sabido escoltar al susodicho artista con sus composiciones, creando una escena destacable y por tanto, un antes y un después en la historia de la música popular.

En ese contexto, Pale Ravine, el segundo disco, pero el primer largo de Deaf Center, fue un puñetazo sobre la mesa sobretodo, y en parte, para toda esa legión de ignorantes que ya daban por muerta la escena digamos...nose si decirlo....-no lo voy a decir-....aquellos que decían que ya estaba todo escrito. Vamos.

Pues en ese contexto, decía, el sello Type, vino a decirnos que ni hablar del peluquín y Pale Ravine era su plato fuerte. Monumental, grandioso, imposible de entender y digerir en un primera escucha; consciente de asistir a algo formidable pero incapaz de valorar en ese momento; oscuro, pero no extremo o asfixiante; bello, pero consistente y nada frágil; Pale Ravine se abría, se elevaba ante mí como una manta de sinfonías por mi nunca antes vistas y demostrando que nunca uno se cree lo suficientemente acabado como para entonar el "yo ya lo he visto todo". De la misma majestuosidad que el Sval (editado en 2010) de Pjusk, pero salvando las distancias-¡busquen las influencias aquí por favor, búsquenlas!-, tenemos ante nosotros un disco memorable, grandilocuente, elefantiásico, apocalíptico y sobretodo, atemporal. Estoy seguro que aquellos que disfrutan de la pintura oscura y enigmática de pintores como Anselm Kiefer, Bacon, Freud, Schieller, o el pintor Empurdanès Victor Dolz, sabrán ver la gran e inconmesurable belleza, que aglutinan los escasos 50 minutos de este eterno disco.

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Type records
Miashmah

sábado, 23 de abril de 2011





Autechre
Oversteps

En el momento de ser editado Oversteps, he de confesar que había perdido toda esperanza de recuperar a los genios de Manchester. Sus últimos discos, anclados en lo profundo de vete a saber cual o cuales algoritmos matemáticos en busca del ritmo resquebradizo imposible, eran una escalada sin fin a una montaña que ya muchos desistimos de escalar. Por eso, al aparecer Oversteps, no tuve ningún tipo de cosquilleo ni sensación epidérmica al conocer la noticia y el gran montante mediático-marketing- al que últimamente Warp nos tiene acostumbrados. No, por supuesto, hasta que empezó a sonar en mi habitación. Y sí, pensé: lo han vuelto a hacer. Vuelven a sonar melodiosos. Dulces, deconstructivos. Como el más grande de los maestros culinarios que después de varios platos amargos tira de todos y cada uno de sus ingredientes para sacar el mejor plato que podía cocinar. Esto es Oversteps.

Ya en el primer corte, r ess (como siempre, únicos los nombres de las canciones), podemos degustar aquellos sintetizadores monumentales, enormes, lejanos. Aquellas notas que suenan a imposible, escalas surrealistas, Dalinianas. Como la avanzadilla de un gran ejército que prepara el terreno para lo que sigue. Tras un breve silencio, Ilanders aparece como de golpe, alzándose inesperado, vigoroso, alertando que la cosa es seria y cielos la compresión aquí es de las mejores que he podido escuchar. Seca, impecable, dejando hueco a una línea de sintetizadores imposible de olvidar. Y esto es sólo el principio.

Cargado de pasajes puramente instrumentales (pero por favor, entiendan que significa para Autechre instrumental), como por ejemplo see on see o la pieza Bachiana KrYlion dónde demuestran que están a la altura de cualquier gran compositor clásico, y machacando ideas de forma obsesiva en cada uno de los tracks que conforman el todo, Oversteps es un disco completo de principio a fin, enorme, redondo, extasiante, y con un tema final coronando meta y cima de la montaña más alta que por fin han entendido podían y sobretodo DEBÍAN escalar.

De una producción exquisita para los más audiófilos, almanaque culiniario de la IDM más purista, dónde cada sónido suena dónde tiene que sonar, sin pisar a nadie, sin saturar, sin distorsionar, y cargado de una dinámica que quita el hipo y un movimiento colosal; es posible sentir como los sónidos mutan, se transforman, y se mueven de un extremo a otro del espectro sonoro más grande que cualquier habitación o estudio pueda albergar.

Celebremos que las máquinas hayan aprendido a llorar de nuevo.

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